Las personas entran en nuestra vida por una razón, por una estación o por una vida entera.
Cuando se entra por alguna razón es generalmente para llenar una necesidad que hemos demostrado tener, vienen a ayudarnos con una dificultad, proporcionar un apoyo, ayuda física, emocional o espiritual. Pueden parecer un regalo caído del cielo y lo son. Están ahí por la razón que uno necesita. Entonces, sin ninguna actitud errónea de tu parte, en una hora incierta, esa persona dirá o hará alguna cosa para que la relación llegue a su fin.
Se dice que el amor es ciego pero la amistad es clarividente.
Siempre es preciso saber cuando se acaba una etapa de la vida. Si se insiste en permanecer en ella, mas allá del tiempo necesario, se pierde la alegría y el sentido del resto. Cerrar círculos, puertas o capítulos, llamémoslo como quiera, lo importante es poder cerrarlos.
¿Se terminó un trabajo, una relación, ya no se vive en esa casa, debes irte de viaje, una amistad se acabó? Podemos pasarnos mucho tiempo del presente recordando los porqués, en rebobinar la cinta y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.
El desgaste es infinito porque en la vida, tu, yo, un amigo, tus hijos, hermanos, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, pasar página y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado, ni preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió y hay que soltar, hay que desprenderse. Los hechos pasan y hay que dejarlos ir, por eso a veces es importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, tirar documentos, vender libros… Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Hay que aprender a perder y a ganar. El pasado ya pasó.
No se puede esperar que nos devuelvan, que nos reconozcan, que nos valoren, no esperes que alguna vez se den cuenta de quien eres. Abandona el resentimiento, el pensar y pensar lo mismo, lo único que se consigue es dañarnos mentalmente, envenenarnos y amargarnos.
La vida es para ir adelante. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de «regresar» (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron.
Di para ti mismo que no, que no se vuelve. Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque ya no se encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese oficio. Ya no se es el mismo que se fue, hace dos días, tres meses, un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es imprescindible. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque cuando viniste al mundo, llegaste sin nada, por lo tanto, es costumbre vivir pegado a el y es un trabajo personal aprender a vivir sin ese adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.
Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacude y suelta.
Esa es la vida…